De la extrañeza y la gloria en el arte

Plácido R. Bonnín

De la extrañeza y la gloria en el arte - Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
 spartak_d_studio 

Yo soy muchas cosas a medias, lo cual no es extraño en absoluto. A veces soy escultor de metal, otras veces soy herrero. A veces técnico de 3D, y otras diseño instalaciones con robótica. A veces soy artista, otras preparo tacos a turno partido. Nada demasiado extraño por ahora.

Llevo unos cuantos años dedicándome al arte, en concreto a la escultura. He vendido y he expuesto, he estrechado manos y he posado en fotos con gente más importante que yo (que no es difícil), pero en esta ocasión no se trata de eso. Se trata de cómo hallamos la gloria en la extrañeza, o quizás en este caso, la extrañeza en la gloria.

En mi caso particular, estaba en Bila Tserkva, una bonita ciudad al sur de Kiev, famosa por un enorme parque, y por su muy difícil acceso, ya que había formado parte del cinturón militar que protegía la capital durante la URSS. El motivo de mi viaje era la creación de una escultura de gran tamaño para una colección de piezas que debían ser instaladas en un boulevard.

at work - Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
 spartak_d_studio 

Resumiendo mucho, tras un viaje accidentado, muy pocas horas de sueño y una larga serie de reuniones preliminares, me encontré con que nada de lo que había planeado era válido. El plazo de tiempo y los materiales con que contaba se habían visto seriamente reducidos por una serie de malentendidos.

Sucedió al 3er día, acabadas las reuniones e inauguración de rigor comenzó el trabajo. Resolví rápidamente la estructura interna de la escultura, pues estaba ansioso de empezar a forjar. Este momento era clave, las conclusiones que sacase iban a marcar la planificación de todo el trabajo.

Después de más de una hora intentando encender el fuego sin conseguirlo, me senté, y empezó a llover, y yo a llorar, a ratos por dentro y a ratos por fuera. El diálogo que tuve conmigo mismo puede resumirse en un intercambio de maldiciones, palabrotas y un análisis pesimista de la situación.

En un momento dado me cansé de llover y respire hondo. Me dí dos opciones. Una era inaceptable, por lo que un par de maldiciones y palabrotas después me levanté y lo volví a intentar. Finalmente encendí el puto fuego y trabajé, y ya no deje de trabajar. Me costó sangre, sudor y varias peleas a muerte con los mosquitos. Sabía que no podría reproducir la maqueta que había llevado pero sí su esencia. De alguna manera no hubo lugar a dudas, intuía en todo momento lo que debía hacer y cuál era el siguiente paso.

Y a base de pelearnos el fuego y yo nos hicimos amigos, y con esto llegó el final. Hubo gente a la que le encantó la escultura, a algunos les ofendió, y una anciana ucraniana que por la altura me recordaba a mi madre me escupió a los pies y se marchó enfadada. Nos arreglamos, dimos discursos, bebimos y celebramos, hubo selfies y fotos oficiales.

Para mí la gloria llegó de esta manera: terminé de apretar las tuercas de la base, y sucio y agotado abracé a mi compañera Florence, y me senté en el suelo, a la sombra, cerca del pedestal. Me comi unos noodles aún calientes que me habían dejado en un banco y recordé la conversación que tuve conmigo mismo cuando no conseguía ni encender el fuego. Fue en ese ratito mirando al vacío. Miré mi bota, y pensé en el escupitajo y en los aplausos, entonces me di cuenta de que había conseguido generar algo real, que todo el esfuerzo y el sacrificio habían parido una pieza que de verdad transmitía. Y respirando profundamente mientras me comía los noodles, supe que había rozado la gloria.

Plácido R. Bonnín

lunch - Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
 spartak_d_studio 

From Strangeness and Glory

I am many half things, which is not strange at all. Sometimes I am a metal sculptor, other times I am a blacksmith. Sometimes I am a 3D/CNC technician; other times I design artistic installations with robots. Sometimes I am an artist. I serve tacos part-time. There is nothing too strange about that.

I’ve dedicated myself to art for a couple of years— sculpture, specifically. I’ve sold and created exhibitions and shaken hands and posed for pictures with people more important than me (which is easy.) But this story is not about that. This is a story about how we find glory in strangeness. Or maybe the strangeness in the glory.

I was in Bila Tserkva, which is a lovely city in the south of Kiev. It is famous for its gorgeous park and the fact that it used to be very difficult to visit since it belonged within the military perimeter in the capital during the soviet era. I was there to create a monumental sculpture that would be installed in the main boulevard, as part of a collection.

To sum up, after an abrupt trip and very little sleep I had to attend some preliminary reunions and I realized that all my planning was useless. My time and resources were severely stunted due to some misunderstandings. After three days of meetings, I finally started working. I created the internal structure of the piece as fast as I could because I was anxious to forge. This moment was crucial because it was going to tell me everything I needed to know to move forward

One hour later I was still trying to light the fire without a hint of success. I sat down. It started to rain. I started to cry, inside and outside, alternatively. My conversation with myself was full of curses, bad language, and pessimistic analysis.

At a certain point, I got tired of raining; I took a deep breath. I gave myself two options. One of the options was unacceptable, so after some more cursing, I picked myself off the ground and tried to light the fire. Finally, I fucking did it. I worked and worked through blood, sweat, and mosquitoes. I didn’t stop. I knew the sculpture wouldn’t be the same as the model I had originally presented but I knew it will capture the essence. Somehow, I lost all doubt. My guts told me what the next step was, what the right choice was, each time.

While fighting, Fire and I, we got along and became friends, and then it was over. There were people who loved the sculpture; some were offended. A Ukrainian lady, who was the same height as my mother, became so mad she spat at my feet. We dressed up in our fanciest clothes, gave speeches, drank, celebrated, took selfies and posed for photos.

friends - Plácido R. Bonnín
 spartak_d_studio 

For me, the glory came in this way: I finished tightening all the screws and bolts of the base of the sculpture. Dirty and exhausted, I hugged my friend Florence. I sat down on the ground, under the shade of a tree, near the pedestal. I picked up some noodles someone had left for me on the bench. While I was eating I remembered the conversation I had with myself when I wasn’t able to start the fire. It was in that instant, as I was looking nowhere and then at my boot, thinking about the spit and the applause, when I realized I had created something real. All my efforts and sacrifices served to bring a piece to life that actually conveyed something to someone. In that moment, while I was eating my noodles, I knew I had touched glory.

Plácido R. Bonnín

Plácido R. Bonnín is a freelance sculptor who specializes in iron, stone, and 3D printing and modeling. He has worked in ateliers throughout Europe; his work can be found in Italy, Luxemburg, England, Iceland, and Madrid.

Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
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De la extrañeza y la gloria en el arte

Plácido R. Bonnín

De la extrañeza y la gloria en el arte - Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
 spartak_d_studio 

Yo soy muchas cosas a medias, lo cual no es extraño en absoluto. A veces soy escultor de metal, otras veces soy herrero. A veces técnico de 3D, y otras diseño instalaciones con robótica. A veces soy artista, otras preparo tacos a turno partido. Nada demasiado extraño por ahora.

Llevo unos cuantos años dedicándome al arte, en concreto a la escultura. He vendido y he expuesto, he estrechado manos y he posado en fotos con gente más importante que yo (que no es difícil), pero en esta ocasión no se trata de eso. Se trata de cómo hallamos la gloria en la extrañeza, o quizás en este caso, la extrañeza en la gloria.

En mi caso particular, estaba en Bila Tserkva, una bonita ciudad al sur de Kiev, famosa por un enorme parque, y por su muy difícil acceso, ya que había formado parte del cinturón militar que protegía la capital durante la URSS. El motivo de mi viaje era la creación de una escultura de gran tamaño para una colección de piezas que debían ser instaladas en un boulevard.

at work - Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
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Resumiendo mucho, tras un viaje accidentado, muy pocas horas de sueño y una larga serie de reuniones preliminares, me encontré con que nada de lo que había planeado era válido. El plazo de tiempo y los materiales con que contaba se habían visto seriamente reducidos por una serie de malentendidos.

Sucedió al 3er día, acabadas las reuniones e inauguración de rigor comenzó el trabajo. Resolví rápidamente la estructura interna de la escultura, pues estaba ansioso de empezar a forjar. Este momento era clave, las conclusiones que sacase iban a marcar la planificación de todo el trabajo.

Después de más de una hora intentando encender el fuego sin conseguirlo, me senté, y empezó a llover, y yo a llorar, a ratos por dentro y a ratos por fuera. El diálogo que tuve conmigo mismo puede resumirse en un intercambio de maldiciones, palabrotas y un análisis pesimista de la situación.

En un momento dado me cansé de llover y respire hondo. Me dí dos opciones. Una era inaceptable, por lo que un par de maldiciones y palabrotas después me levanté y lo volví a intentar. Finalmente encendí el puto fuego y trabajé, y ya no deje de trabajar. Me costó sangre, sudor y varias peleas a muerte con los mosquitos. Sabía que no podría reproducir la maqueta que había llevado pero sí su esencia. De alguna manera no hubo lugar a dudas, intuía en todo momento lo que debía hacer y cuál era el siguiente paso.

Y a base de pelearnos el fuego y yo nos hicimos amigos, y con esto llegó el final. Hubo gente a la que le encantó la escultura, a algunos les ofendió, y una anciana ucraniana que por la altura me recordaba a mi madre me escupió a los pies y se marchó enfadada. Nos arreglamos, dimos discursos, bebimos y celebramos, hubo selfies y fotos oficiales.

Para mi la gloria llegó de esta manera: termine de apretar las tuercas de la base, y sucio y agotado abracé a mi compañera Florence, y me senté en el suelo, a la sombra, cerca del pedestal. Me comi unos noodles aún calientes que me habían dejado en un banco y recordé la conversación que tuve conmigo mismo cuando no conseguía ni encender el fuego. Fue en ese ratito mirando al vacío. Mire mi bota, y pensé en el escupitajo y en los aplausos, entonces me di cuenta de que había conseguido generar algo real, que todo el esfuerzo y el sacrificio habían parido una pieza que de verdad transmitía. Y respirando profundamente mientras me comía los noodles, supe que había rozado la gloria.

Plácido R. Bonnín

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From Strangeness and Glory

I am many half things, which is not strange at all. Sometimes I am a metal sculptor, other times I am a blacksmith. Sometimes I am a 3D/CNC technician; other times I design artistic installations with robots. Sometimes I am an artist. I serve tacos part-time. There is nothing too strange about that.

I’ve dedicated myself to art for a couple of years— sculpture, specifically. I’ve sold and created exhibitions and shaken hands and posed for pictures with people more important than me (which is easy.) But this story is not about that. This is a story about how we find glory in strangeness. Or maybe the strangeness in the glory.

I was in Bila Tserkva, which is a lovely city in the south of Kiev. It is famous for its gorgeous park and the fact that it used to be very difficult to visit since it belonged within the military perimeter in the capital during the soviet era. I was there to create a monumental sculpture that would be installed in the main boulevard, as part of a collection.

To sum up, after an abrupt trip and very little sleep I had to attend some preliminary reunions and I realized that all my planning was useless. My time and resources were severely stunted due to some misunderstandings. After three days of meetings, I finally started working. I created the internal structure of the piece as fast as I could because I was anxious to forge. This moment was crucial because it was going to tell me everything I needed to know to move forward

One hour later I was still trying to light the fire without a hint of success. I sat down. It started to rain. I started to cry, inside and outside, alternatively. My conversation with myself was full of curses, bad language, and pessimistic analysis.

At a certain point, I got tired of raining; I took a deep breath. I gave myself two options. One of the options was unacceptable, so after some more cursing, I picked myself off the ground and tried to light the fire. Finally, I fucking did it. I worked and worked through blood, sweat, and mosquitoes. I didn’t stop. I knew the sculpture wouldn’t be the same as the model I had originally presented but I knew it will capture the essence. Somehow, I lost all doubt. My guts told me what the next step was, what the right choice was, each time.

While fighting, Fire and I, we got along and became friends, and then it was over. There were people who loved the sculpture; some were offended. A Ukrainian lady, who was the same height as my mother, became so mad she spat at my feet. We dressed up in our fanciest clothes, gave speeches, drank, celebrated, took selfies and posed for photos.

friends - Plácido R. Bonnín
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For me, the glory came in this way: I finished tightening all the screws and bolts of the base of the sculpture. Dirty and exhausted, I hugged my friend Florence. I sat down on the ground, under the shade of a tree, near the pedestal. I picked up some noodles someone had left for me on the bench. While I was eating I remembered the conversation I had with myself when I wasn’t able to start the fire. It was in that instant, as I was looking nowhere and then at my boot, thinking about the spit and the applause, when I realized I had created something real. All my efforts and sacrifices served to bring a piece to life that actually conveyed something to someone. In that moment, while I was eating my noodles, I knew I had touched glory.

Plácido R. Bonnín

Plácido R. Bonnín is a freelance sculptor who specializes in iron, stone, and 3D printing and modeling. He has worked in ateliers throughout Europe; his work can be found in Italy, Luxemburg, England, Iceland, and Madrid.

Plácido R. Bonnín - Rough Cut Press
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